NO, no merece la pena juzgarse demasiado fuerte.
A la gente debería darle igual si soy esto o aquello, cuáles son mis ideas,
que quiero,
que busco,
que deseo,
si he prometido ser fiel o si cruzaré los dedos ante esa palabra,
pero a mí no.
Y ocurre al revés.
Ellos juzgan y nosotros tenemos compasión de nosotros mismos.
¿Desearía ser otro?
NO
¿Desearía cambiar cosas?
Y quien no.
Desde que falleció mi padre sentí la vulnerabilidad de las cosas,
el mito del superhombre se me cayó
y detesté no entender ciertas cosas antes.
Todo ocurre tarde.
El problema es que sigo llegando tarde.
El sábado, metidos en la madrugada del domingo mi carácter cambió de nuevo.
Debería estar bien y no lo estaba, algo falló.
Tan matador como otras veces. Pero sin él no sería yo.
Debería suavizarlo en ocasiones, pero dejaría de serme fiel.
martes, 12 de mayo de 2009
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